10/2/08

No es "La Niña" ni son desastres naturales

Teresa Flores Bedregal

Las intensas lluvias, desbordes de los ríos, inundaciones y deslizamientos de tierra que ya causaron unas 40 muertes y afectaron a más de 25 mil familias en el país, son atribuidas al fenómeno climático “La Niña” y sus efectos son considerados como “desastres naturales”. Sin embargo, no es "La Niña" ni son desastres naturales los causantes de esta situación. Si bien los meteorólogos anunciaron que se estaba produciendo una Niña débil (fenómeno del que se desconocen sus efectos a ciencia cierta en el país), la verdadera causa es el calentamiento global, que agudiza los fenómenos climáticos en todas partes del mundo, a esto se suma la gran deforestación que se produce en los bosques tropicales, precisamente en los lugares que han sido más afectados.

Como los especialistas predijeron hace ya 2 décadas, las emisiones de gases de invernadero causadas por el intenso uso de combustibles fósiles (petróleo y carbón), producirían el derretimiento de los hielos polares y los glaciares y, entre otros, inusuales fenómenos climáticos que afectarían a todo el planeta. Tal como está sucediendo actualmente en Bolivia.

En el país, al menos desde el 2002, en que se produjo la funesta granizada en La Paz, se presenta una intensificación de las lluvias en los veranos. Pero es más cómodo echar la culpa a La Niña por los “desastres naturales” (que no son naturales porque son causados por efecto de la actividad humana) ya que así transferimos nuestra responsabilidad a la naturaleza y justificamos nuestra falta de previsión.

Bolivia no es causante del calentamiento global, sino los países altamente industrializados--que deberían compensar a los países de bajas emisiones de gases de invernadero por estos desastres. Sin embargo el país comparte responsabilidades al no evitar la creciente deforestación y permitir la quemas de extensas regiones, así como por no tomar medidas a tiempo para proteger a la población de estos desastres que se vienen repitiendo año tras año.

El panorama es dramático, los principales ríos como el Grande, el Mamoré y el Bermejo están desbordados y poco falta para que el río Beni y Pilcomayo también lo estén. Poblaciones situadas en las orillas de río Grande tenían el agua hasta el cuello, no sabían dónde ir y perdieron todos sus bienes. ABC informó que el 95% de las carreteras del país están afectadas por las lluvias, lo que implica grandes costos económicos.

Varios barrios de las ciudades de El Alto, Cochabamba y Santa Cruz fueron inundados, las laderas de La Paz volvieron a desmoronarse, y la ruptura del acueducto deja sin agua a buena parte de los paceños.

La ciudad de Trinidad, por quinto año consecutivo, será inundada por la crecida del río Mamoré y los damnificados tendrán que vivir en carpas, la gente tendrá que tomar agua contaminada y se enfermará, habrá mortandad del ganado y la fauna silvestre, y los niños no podrán ir a la escuela hasta que pase la inundación, o tendrán que aprender en carpas, ya que cientos de escuelas fueron seriamente afectadas.

Estos daños económicos, sociales y ambientales podrían haberse mitigado o evitado en muchos casos, de haberse tomado las medidas preventivas. El municipio de La Paz, si bien tomó previsiones construyendo varias obras para evitar los desbordes de los ríos, fue depasado por la realidad. Los hundimientos y destrozos que ocasionaron los ríos Choqueyapu y el Orkojahuira, en los tramos embovedados, una vez más mostraron que es mejor no cubrirlos.

Menos previsora fue la Alcaldía de El Alto, que no realizó obras para evitar los desbordes de los ríos y la limpieza de canales, lo que ocasionó el desborde el río Seco que destruyó viviendas e infraestructura. La EPSAS se aplazó al no poder abastecer a una gran parte de la población y no reparar rápidamente los ductos.

Para evitar el sufrimiento de la población año tras año debemos tomar algunas medidas como por ejemplo:
• Deforestar menos y reforestar las áreas que han perdido la cobertura de vegetación natural.
• Dar prioridad a las obras de infraestructura hídrica, previendo que los volúmenes de las lluvias pueden ser mayores en el futuro.
• Construir refugios para los damnificados y mejorar significativamente la construcción de escuelas y centros de salud.
• Contar con equipos y gente entrenada para socorrer en casos de desastres.
• No embovedar los ríos.
• Ser rigurosos en evitar que la gente construya viviendas en zonas de riesgo y altamente vulnerables.
• Construir pequeñas presas y sistemas de cosecha de agua para acumular el agua que hoy sobra pero que va a faltar en la época seca.
• Difundir sistemas para colectar el agua de la lluvia.
• Utilizar el método SODIS para desinfectar el agua.

La Paz, 1 de febrero 2008

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